Por todos es conocida esta plaga y sus efectos en la salud forestal de nuestros pinares, constituyendo además como un problema añadido en jardines y parques, y entornos próximos a la población, cuyo tratamiento alcanza el grado de salubridad pública por los problemas que pueden causar las orugas urticantes durante su traslado o “procesión” hacia el suelo.
El peculiar ciclo biológico de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa), con la mayoría de sus estadios larvarios durante el invierno, la hace diferenciarse respecto a otros parientes de su mismo género o de otros defoliadores forestales.
Su limitación térmica de unos 32ºC como el máximo soportable por las orugas, es el condicionante principal para el desarrollo de su ciclo biológico anual, y por tanto para observar su presencia o daños especialmente durante el invierno.
Aunque dependerá de cada zona en concreto, a continuación os reflejamos las observaciones que podemos realizar durante el año para la detección de la plaga:
- Otoño e invierno (Octubre- Noviembre- Diciembre): Localización de primeros daños en acículas inferiores. Formación de bolsones, desarrollo y crecimiento de las orugas.
- Invierno ( Enero- Febrero- Marzo): Desarrollo de últimos estadíos larvarios (hasta L5), con los bolsones de mayor tamaño en los extremos y partes superiores de ramas. Procesión de orugas al suelo.
- Primavera (Marzo- Abril- Mayo): Enterramiento de las orugas con formación de crisálidas bajo tierra.
- Verano (Junio-Julio- Agosto): Período de vuelo de adultos y comienzo de realización de puestas en acículas de diversas partes del árbol.