La carcoma, es una de las plagas de insectos xilófagos más graves que atacan la madera. Corresponde a un insecto perteneciente al orden coleóptero, por lo tanto sus fases biológicas pasan por huevo, larva, pupa y adulto (volador). Como os hemos contado en otras ocasiones el daño lo producen sus larvas al utilizar la madera como alimento, pudriendo lentamente el interior por acción de su saliva y excrementos.
Pero, ¿por qué aparece la carcoma en nuestros muebles, enseres o estructuras? ¿Qué hemos hecho mal?
En su fase adulta, una vez la larva se ha transformado en insecto volador, su único objetivo durante dos semanas se centra en buscar lugares adecuados donde depositar sus huevos, una vez ha sido fecundada por el macho adulto que apenas vive unos días. Principalmente aprovechará huecos de la madera, hendiduras y grietas. Además no todas las maderas tienen igual apetencia para éste insecto, aquellas no excesivamente secas y con un cierto grado de humedad son sus predilectas. De ahí que las maderas viejas en interiores sean generalmente las más afectadas. Por lo tanto si nuestra madera es su alimento potencial, es mejor anticiparse que no tener que actuar con la plaga ya presente.
Afortunadamente hemos progresado mucho en cuanto a técnicas y conocimiento biológico de la plaga por lo que para evitar los daños lo mejor es prevenirlos. De ahí la necesidad de ponerse en manos profesionales que podrán ayudarle recomendando la mejor solución en cada caso para el control de plagas. Por ejemplo con el empleo de técnicas de protección mediante recubrimientos especiales de los poros, para evitar las puestas, o si el problema ya lo tenemos, aplicación de pulverizaciones o inyecciones profundas y posterior sellado o protección, entre otras.
Conociendo un poco más el modo de actuar de la carcoma, sabemos por qué puede aparecer, detrás hay un conjunto de factores condicionantes que lo propician.
Desde QUIPONS te animamos a conocer más sobre ésta y otras plagas que nos rodean en nuestro ámbito doméstico, urbano o industrial y entender así la importancia de controlar algunas de ellas, no sólo por sus daños sino también por el riesgo sanitario que suponen.